En el mundo empresarial, la toma de decisiones financieras estratégicas desempeña un papel crucial en el éxito y la sostenibilidad de una empresa y, además, debe ser conforme a lo que el Compliance fiscal y Compliance corporativo exigen. Entre las opciones que los directivos tienen a su disposición para la mejora de la remuneración por parte de la sociedad se encuentran el aumento del propio salario, siempre que éste no esté vinculado a la remuneración por su cargo de administrador, o la distribución de dividendos. Más allá de las implicaciones económicas y laborales, es esencial analizar las ventajas fiscales asociadas con cada una de estas decisiones.
Aumento de salarios para socios: Implicaciones fiscales y sus ventajas.
El aumento de salarios para los socios de una empresa puede ofrecer diversas ventajas fiscales que contribuyen al crecimiento sostenible y al fortalecimiento financiero.
En primer lugar, el salario, a efectos del Impuesto sobre sociedades, se considera gasto deducible, lo que reduce la base imponible de la empresa, y siempre teniendo presente si el salario se percibe por trabajo realizado por el propio socio o por la remuneración como administrador, en cuyo caso, habría algunas especificaciones a tener en cuenta. En uno u otro caso, esta deducción fiscal puede resultar significativa, ya que disminuye la carga tributaria total de la entidad en el Impuesto.
Además, los salarios más altos pueden generar beneficios adicionales al aumentar las contribuciones a la Seguridad Social y a los planes de jubilación.
Reparto de dividendos: Optimizando la rendición de cuentas a los accionistas.
En contra del aumento de salario, la distribución de dividendos también presenta ventajas fiscales clave que pueden influir en las decisiones financieras de una empresa; si bien, hay que tener en cuenta que existen una serie de requisitos mercantiles a los que atenerse, como son los establecidos en los artículos 274 y 275 de la Ley de Sociedades de Capital:
- Tras el reparto de dividendos, no debe producirse un desequilibrio patrimonial, es decir, el activo neto de la sociedad no debe ser inferior al capital social.
- En caso de pérdidas de ejercicios anteriores, el beneficio debe destinarse a cubrir dichas pérdidas.
- El 10% del beneficio debe destinarse a la reserva legal.
Por otro lado, la política de reparto de dividendos también puede ser beneficiosa en términos de flexibilidad fiscal. Al asignar dividendos, la empresa puede adaptar su estructura de distribución de beneficios de acuerdo con sus objetivos y las condiciones del mercado. Esto permite una gestión más ágil y eficiente de los recursos financieros, especialmente en entornos económicos volátiles.
Consideraciones estratégicas para una toma de decisiones adecuada: Eficiencia fiscal en el ámbito del IRPF e IS.
La elección entre aumentar salarios o distribuir dividendos no debe basarse únicamente en las ventajas fiscales. Factores como la situación financiera de la empresa, las metas a largo plazo, la retención de talento y la percepción de los accionistas deben considerarse cuidadosamente.
En lo que respecta a la tributación en el Impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF), se debe tener presente que el salario tributará como rendimiento del trabajo en la base imponible general con un tipo máximo del 47%. Por el contrario, los dividendos tributarán en el IRPF como rendimientos del capital mobiliario en la base del ahorro al tipo del 19/28%.
Asimismo, y como ya se ha indicado, en lo que respecta al Impuesto sobre sociedades, el salario, y siempre que no sea como remuneración por el cargo desempeñado por la condición de administrador el cuál deben cumplirse determinados requisitos, será deducible en el Impuesto sobre sociedades, mientras que los dividendos no producirán un ahorro en este impuesto.
En conclusión, tanto el aumento de salarios como la distribución de dividendos ofrecen ventajas fiscales valiosas para las empresas y sus socios. Es crucial realizar un análisis de costes-beneficios que incluya no solo las implicaciones fiscales a corto plazo, sino también el impacto a largo plazo. En muchos casos, una combinación equilibrada de ambas estrategias puede ser la opción más prudente.
Jesús Raya Zamora.